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Asesinato en la carretera

CAPÍTULO I: El encuentro.

- ¡Niña estúpida! -

Eran las últimas palabras que oyó Rose de su padre, al echarla de la casa una semana atrás. Pero, la verdad, por alguna extraña razón, se alegraba, aunque aquel incendio se había llevado a su adorada tía, Hiriko, de origen asiático quien la había cuidado siempre. Un día gélido en Londres un hombre corpulento y bastante alto, paso por su lado y le preguntó:

-¿Qué haces aquí sola…? ¿cómo te llamas? – preguntó amablemente.

-Rose Park, me llamo Rose Park - contesto fría como el mismísimo invierno.

-¿por qué no vuelves a casa? –

Ella recordó lo que le ocurrió a su tía, su queridísima tía Hiriko.

-¡Mi casa se quemó!¡No puedo volver! – Relató sollozando.

El hombre apenado por la muchacha le preguntó

-¿Te gustaría venir conmigo? No soy rico, pero me las arreglo –

- Sí… Me gustaría – contestó sollozando.

Y así, mano a mano, caminaron juntos hacia la nueva vida de Rose.


CAPÍTULO II: La invitación.


Cinco años después, el 2 de noviembre, que era el día de su cumpleaños, cumplía 14. Ya se había vuelto una toda celebridad, la detective Rose Park adoptada por William Dread, retirado recientemente ya que se había prometido con Yûmeko Hiroshima, la sobrina del hombre más rico de Londres.

Una semana después de la boda, le llegó una carta a la familia Dread. Pertenecía al tío de Yûmeko. La carta trataba de una invitación a la mansión del tío de Yûmeko, que todavía no he mencionado su nombre (esperad hasta el final de esta historia para deciros el por qué no he dicho su nombre), para felicitarles a su sobrina y a su marido el día 14 de noviembre, una semana y dos días después de la boda, que había sido el 5 de noviembre. Su limusina iba a recogerles a las dos y media para poder disfrutar de un gran banquete y una larga y aburrida charla, lo que opinaba Rose, pues odiaba estar escuchando larguísimas charlas.


CAPÍTULO III: El comienzo de los misterios.


El día del banquete se arreglaron muy bien, ya que iban a la mansión del más rico de Londres. Era una ocasión muy especial para Rose, que se moría de la intriga para explorar la mansión. A ella le encantaba investigar zonas y lugares y resolver misterios y acertijos. Durante el camino, Rose notó algo sospechoso en el conductor, había cerrado todas las puertas de la limusina. Yûmeko les trató de explicar que era normal y que siempre que ella montaba en la limusina el conductor hacía eso.

Rose no se convenció tan rápido, pues ahora desconfiaba en su madrastra porque notó que cuando hablaba no estaba muy segura de lo que estaba diciendo ya que ella ya había mencionado que nunca tuvo la oportunidad de montar en la limusina de su tío, pues él siempre le decía:

¡Mi limusina está hecha para que monten sólo los de alta categoría! –

En fin, Rose no le dio más vueltas al tema, ya habían llegado y ella no quería desperdiciar ni un segundo sin explorar aquel sitio enorme…


CONTINUARÁ…


Hecha por:

Salima Setta 1°G

Lucía Martín 1°D

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